Con un contenido en grasa ligeramente inferior a algunas almendras nacionales, la almendra americana ha seducido a la industria alimentaria y se ha abierto un hueco en postres y snacks por su sabor neutro. Su consumo en crudo aporta un sinfín de nutrientes y propiedades beneficiosas para el organismo, tanto para jóvenes como para adultos y mujeres embarazadas. Estos frutos secos con piel son ricos en antioxidantes que ayudan a proteger nuestro cuerpo contra el envejecimiento y contra enfermedades como el cáncer, ya que la mayor parte de estos antioxidantes se encuentran en la piel exterior del fruto. Sus vitaminas del grupo B, incluyendo el ácido fólico, convierten a las almendras en un alimento ideal para embarazadas. Además, las mujeres en gestación también pueden aprovechar su alto contenido en calcio y fósforo, que contribuyen a la formación de los huesos del futuro bebé. Además, las almendras, por su elevada cantidad de vitamina E, aportan grandes beneficios para nuestro sistema circulatorio y para mantener la actividad del cerebro.
Por ello, los jóvenes que en épocas de exámenes consumen almendras de manera regular (al menos cinco días a la semana) desarrollan en mayor medida la capacidad para memorizar los contenidos. Huesos más fuertes, dientes más sanos o una piel y un cabello más hidratado son otras de las ventajas que nos aporta la ingesta de almendras de manera regular dentro de una dieta equilibrada. Buena culpa de ello la tienen las vitaminas, el magnesio, el zinc, el potasio, la fibra o el calcio, presentes en altas cantidades. El potasio ayuda también a reducir la acumulación de líquidos y la hipertensión, así como otras enfermedades derivadas por el alto consumo de sal. El déficit de potasio está asociado a problemas que afectan al corazón, los riñones o el sistema nervioso, por lo que las almendras crudas previenen todo este tipo de dolencias sin un excesivo aporte calórico.